Las empresas de los países
pequeños sólo tienen una alternativa: revisar sus estrategias y políticas para
lograr algún nivel de competitividad que les permita por lo menos sobrevivir.
Sólo algunas pocas pueden aspirar a salir de casa. Entendiendo la globalización
como un proceso facilitador de mecanismos de expansión comercial, política o
cultural, se puede plantear el problema de la baja competitividad desde dos
perspectivas: producción y mercados. “La globalización es sostenida por el
crecimiento de la producción y de la productividad, amparados por una nueva
revolución tecnológica, de la informática y de los medios de producción”.
La desventaja en capacidad
tecnológica, tanto en maquinaria como en procesos, es uno de los mayores problemas
que los mismos productores reconocen.
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